
En febrero de 2016, la epidemióloga de enfermedades infecciosas Steffanie Strathdee sostenía la mano de su esposo moribundo, viendo cómo perdía una agotadora lucha contra una superbacteria mortal.
Después de meses de altibajos, los médicos acababan de decirle que su esposo, Tom Patterson, estaba demasiado atestado de bacterias para vivir.
“Y tengo esta conversación que nadie quiere tener nunca con su ser querido”, dijo Strathdee a una audiencia recientemente en Life Itself, un evento sobre salud y bienestar presentado en colaboración con CNN.

“Le dije: ‘Cariño, se nos acaba el tiempo. Necesito saber si quieres vivir. Ni siquiera sé si puedes oírme, pero si puedes oírme y quieres vivir, por favor aprieta mi mano’. Y esperé y esperé”, continuó, con la voz entrecortada. “Y de repente, apretó muy fuerte. Y pensé: ‘¡Oh, qué bien!’. Y luego pensé: ‘¡Oh, dios! ¿Qué voy a hacer?'”.
que hizo a continuación podría calificarse de milagroso. En primer lugar, Strathdee encontró un oscuro tratamiento que ofrecía un rayo de esperanza: combatir las superbacterias con bacteriófagos, virus creados por la naturaleza para comer bacterias.
De esta forma, convenció a los científicos especializados en bacteriófagos de todo el país para que cazaran y picotearan en los pajares moleculares de las aguas residuales, las ciénagas, los estanques, la sentina de los barcos y otros lugares privilegiados de reproducción de las bacterias y sus oponentes virales. El objetivo era casi imposible, trataba de encontrar rápidamente los pocos bacteriófagos, exquisitamente únicos, capaces de combatir una cepa específica de bacterias resistentes a los antibióticos que se están comiendo literalmente vivo a su marido.

Asímismo, la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU Tenía que dar luz verde a este cóctel de esperanza no probado, y los científicos tenían que purificar la mezcla para que no fuera mortal.
Sin embargo, solo tres semanas después, Strathdee vio cómo los médicos inyectaban la mezcla por vía intravenosa en el cuerpo de su esposo, y le salvaban la vida.
Su idea es un ejemplo de perseverancia implacable y de increíble suerte. Es un brillante tributo a la inmensa bondad y es una historia que podría salvar innumerables vidas de la creciente amenaza de las superbacterias resistentes a los antibióticos, tal vez incluso la tuya.
“Se calcula que en 2050, 10 millones de personas al año, esto es, una persona cada tres segundos, morirán por una infección de superbacterias”, dijo Strathdee al público de Life Itself.
El caso de Patterson se publicó en la revista Antimicrobial Agents and Chemotherapy en 2017, lo que dio lugar a un nuevo interés científico en la terapia de bacteriófagos.
Con información de: Cnnespanol.cnn.com
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