
José Canelón

A través la historia las mujeres han desempeñado un importante papel en todos y cada uno de los roles que han asumido: hija, hermana, esposa, amiga, profesional y por supuesto el privilegio único, personal e incomparable que tiene de albergar la vida de un nuevo ser, es decir, ser madre.

Hoy día, no es una tarea tan sencilla ser madre, este proceso requiere de una formación a todo nivel, conjuga valores tales como amor, límites, principios y moral, entre otras cosas. Debido a la dinámica social de Venezuela, se le exige a la mujer estar presente en varios ámbitos de su vida los cuales no se adquieren precisamente dentro del contexto familiar, sino dentro de los espacios de su desarrollo social.
Existe una realidad en la mujer venezolana, ellas están preparadas para resolver todo, profesionalmente son mujeres, estéticamente hablando, “perfectas”, por lo general se encuentran sin pareja, a veces debido al temor que infunden en algunos hombres, con una autoestima disfuncional. Y en otro de los casos, este tipo de mujeres ocupan mucho tiempo en llenar algunos vacíos productos de actitudes infundadas y otros por los conceptos preestablecidos según sus culturas, entorno y sociedad, marco de inicio de dificultades personales y donde comienzan a cargarse, cansarse y a sentirse completamente desoladas.

La sociedad presenta un posicionamiento a veces malicioso con las mujeres y su rol materno. Ellas son arrojadas con frecuencia a lugares no solo muy difíciles de suplir, sino que a su vez confrontan con el imposible. No solo deben ser “buenas madres, sino que también deben poder ser excelentes en su profesión, por ejemplo, cuidar del hogar a toda hora, pero estar en el trabajo a toda hora. Todos estos elementos que denotan un nivel de exigencia y atención, van generando en la mujer una sobrecarga de tipo emocional que se va acumulando, y pueden desarrollar una serie de manifestaciones conductuales como estrés, ansiedad, depresión, angustia, carga emocional agresiva en contra de su pareja y personas de su entorno incluyendo hijos y familiares.
La feminidad nunca se debe perder

Es importante entonces, retomar los aspectos sanos y funcionales de la feminidad como la comprensión, receptividad y la capacidad de conciliación e integración, que brinde consuelo y protección. Ser madre es un acto de entrega maternal que se siente y se manifiesta a profundidad. Como mujer llevan consigo un sentido de orientación y organización innata por lo que quizás si están en capacidad de hacerlo deben establecer una escala jerárquica de todas sus ocupaciones, entre las que debes delimitar cuales son las más importantes y cuáles son las más urgentes, y si es el caso de no lograr un punto de partida, otra solución puede o debe ser la búsqueda de ayuda psicoterapéutica de un profesional que le oriente en cuanto a las tácticas y manejo de algunos aspectos de su vida, sin apartar el compromiso que implica ser madre, en el caso de las que tiene tan sublime misión.

La mujer ha sido concebida, entrenada y capacitada para desempeñar varios roles a la vez y perfectamente ser exitosa en su cometido, nunca se ha dicho que sea una tarea fácil la misión, simplemente el asumir cuáles son sus intereses tanto económicos como emocionales le hará vislumbrar cual es el camino que debe tomar para una vida sana, tranquila y natural.
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Texto y fotografía: José Canelón
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